domingo, 26 de diciembre de 2010

ACANTILADOS DE MARO-CERRO GORDO: Rutas y Senderos III

Llega el final del año 2010 y el de la primera década del siglo XXI.

Hoy vamos a tener una dia especial, tras los pequeños excesos culinarios y los tempestuosos días de Navidad. ¡¡ Por fin ¡!, la climatología da un respiro, el sol radiante de la mañana nos anima a salir del cortijo para realizar una excursión por carretera cruzando los bellos y montañosos parajes del interior de Málaga, circunvalando el pletórico pantano de la Viñuela con la espectacular Sierra de Tejeda y Almijara como marco de fondo, cuyas estribaciones terminan en el mar Mediterráneo, precisamente en el lugar al que nos dirigimos.

Y así, de forma tranquila y pausada, realizamos los casi 95 km. que nos separan de los acantilados de Maro-Cerro Gordo, situados en el rincón oriental de la provincia malagueña (Nerja) y limítrofe con Granada (Almuñecar).

Nos dirigimos a un Paraje Natural que por sus valores medioambientales está declarado Lugar de Interés Comunitario, ZEPA y Especialmente Protegido por su Importancia para el Mediterráneo.

El recorrido comienza en el aparcamiento situado junto a la N.340, en la pedanía de Maro y junto a la playa del Cañuelo, donde hay que tomar un amplísimo camino que desciende hasta la playa. Estas primeras vistas de la costa nos sorprenden por su increíble contraste con el horizonte blanco del sur, donde el hormigón y el ladrillo son los protagonistas del talante egoísta de la sociedad consumista, que definitivamente ha dado la espalda a la belleza y la biodiversidad que aún nos brindan estos rincones.

La playa de hermosas, multicolores y polimorfas piedras rodadas nos conduce hacia el este, donde la costa se hace abrupta y nos obliga a subir una empinada ladera que nos lleva al Peñon del Fraile donde se ubican ruinas de lo que fueron casetas de vigilancia, y nos permite ver una de las cinco torres almenaras de los siglos XV y XVI que se erigen en las cimas de los cerros que recorremos: ésta, de “Caleta”, nos recuerda las crueles invasiones berberiscas que estas costas sufrían en el pasado.

Los estrechos senderos por el sotobosque nos alegran con extensiones increíbles de romero en flor, lentisco, boj y margarita blanca. En fuertes pendientes pueden verse ancianos olivos abandonados cercados por el mirto y la coscoja, aunque el protagonista es el pino que jalona las laderas imposibles del cerro, hasta perder la vista en las cimas de los colosos El cielo (1501 mts) y el Alto del Espartal (1596 mts).

Al este, el maravilloso Mediterráneo, con un azul intenso que se pierde en el horizonte nos invita a ensoñaciones viendo flotar en el aire a las gaviotas que aprovechan la potente y fría brisa que castiga la costa, donde los acantilados tienen caídas en vertical de unos cincuenta metros. Al mismo tiempo seguimos con la mirada las acrobacias de otras aves marinas que se zambullen como relámpagos en el agua.

Sol, viento, montaña, mar, silencio, paz, ……… Por unas horas estamos inmersos en un paraje realmente salvaje, donde andando con cautela y disfrutando del silencio, nos cruzamos con un grupo de jóvenes cabras montesas que, sorprendidas y asustadas por nuestra presencia, huyen montaña arriba.

Tras casi tres horas de recorrido siguiendo las señalizaciones de color blanco y rojo del abrupto sendero, llegamos a la tentadora playa de Cantarriján, en la provincia de Granada, donde termina el recorrido.

Nuevamente subimos la montaña en dirección al aparcamiento utilizando el propio barranco que todavía guía las últimas lluvias de los pasados dias. El recorrido no está señalizado y se hace agotador buscar el sendero correcto entre la maleza que nos lleve al inicio; el horizonte se oscurece y amenaza lluvia.

Sólo nos ha quedado darnos un baño y disfrutar de los prometedores fondos marinos, pero estamos cansados y pensamos que ya los veremos en otra ocasión en que la temperatura invite a ello.

En definitiva, un día perfecto, un "día Comansi".

A.O.S.

www.canadadelsacristan.com