Estando en una ocasión en el cortijo “Las Yucas” con mis vecinos José y Trini, duchos en la materia de la tertulia sana y de los chistes picantes, amén de conocedores de alguna de las historias que aquí voy a contar, vino a colación la llegada de un nuevo libro a su biblioteca.
Se lo comenté a mi amigo Ricardo y, gracias a él, no tardé en conseguirlo y además dedicado. Me puse a leerlo y releerlo en estos cortos, lluviosos, desapacibles y fríos días del largo invierno, junto a la chimenea.
“Quise contarte” es su título, pero creo que eso es lo de menos. Lo realmente interesante en él es la fabulosa historia real que lleva dentro, dibujada a pinceladas de hermosos colores en forma de verso, creando unos poemas de una real, nostálgica y triste belleza.
Su autor, un joven octogenario que nació y vivió en el aislado, agreste y virginal paraje natural de "El Brosque" de Villanueva del Rosario, (lugar donde ahora vivimos nosotros), cuando la comunión con la naturaleza casi virginal (la tierra, el cielo y el agua) era cosa común en los hombres del campo, ... los jornaleros. Su nombre es Lorenzo Molina Gutiérrez.
Y digo lo de joven porque su capacidad de crear, memorizar y conectar dos mundos aparentemente distantes, representados por el mundo de la literatura y el que rodea a un modesto y humilde hombre de campo, que utiliza todos los sentidos para esta creación, no está al alcance de cualquiera.
Para ello ha utilizado versos como herramienta de seducción y oportuno aliento vital en su resignado espacio vacío, creado por el paso del tiempo, la suma de recuerdos, la consecuente ausencia de sus antepasados y de la mujer que le acompañó en vida, Antonia, musa de este poemario.
Pero volvamos al principio.
Su infancia en familia fue compartida con once de sus hermanos y hermanas, su madre y su padre, jornaleros. A sus diez años, por unas veinte o treinta veces, fue andando por trochas y vaguadas a la escuela, hasta que estalló la Guerra Civil. En la guerra durmió en la cueva del Malnombre y sufrió los padecimientos de las gentes de aquel período, que veían como las luchas fraticidas, las envidias y los rencores, eran aprovechados para hacer injusticias y dejar familias añorando seres queridos.
A los veinticuatro años acabó el servicio militar y, con la llegada del agosto, Lorenzo fue contratado para las tareas agrícolas como ayudante de mozo en la propiedad Huerta Cabello de Villanueva del Rosario, donde vivía Antonía Fernandez Sillero, casada con Paco, un hombre bueno que estaba enfermo del corazón y que fallecería unos meses después.
Al año siguiente volvió nuevamente al mismo trabajo, esta vez como mozo, y pudieron aflorar unos sentimientos que, al modo de decir de Lorenzo, se diría que le llegó “eso que entra y si hay alguien que lo sepa explicar que lo explique”. Y así, pasado un tiempo, Lorenzo se acercó a la casa de Antonia que se encontraba acompañada de la “mandaera” y le ofreció su amor, a lo que ella contestó que sí, que se quedara. Y desde entonces, más de cincuenta años, han estado unidos y compartiendo sus vidas.
Lorenzo siempre ha sido poeta, creando y memorizando poemas que, ahora que está sin Antonia, en compañía de unos amigos recitó para ser grabados y posteriormente editados.
Se lo comenté a mi amigo Ricardo y, gracias a él, no tardé en conseguirlo y además dedicado. Me puse a leerlo y releerlo en estos cortos, lluviosos, desapacibles y fríos días del largo invierno, junto a la chimenea.
“Quise contarte” es su título, pero creo que eso es lo de menos. Lo realmente interesante en él es la fabulosa historia real que lleva dentro, dibujada a pinceladas de hermosos colores en forma de verso, creando unos poemas de una real, nostálgica y triste belleza.
Su autor, un joven octogenario que nació y vivió en el aislado, agreste y virginal paraje natural de "El Brosque" de Villanueva del Rosario, (lugar donde ahora vivimos nosotros), cuando la comunión con la naturaleza casi virginal (la tierra, el cielo y el agua) era cosa común en los hombres del campo, ... los jornaleros. Su nombre es Lorenzo Molina Gutiérrez.
Y digo lo de joven porque su capacidad de crear, memorizar y conectar dos mundos aparentemente distantes, representados por el mundo de la literatura y el que rodea a un modesto y humilde hombre de campo, que utiliza todos los sentidos para esta creación, no está al alcance de cualquiera.
Para ello ha utilizado versos como herramienta de seducción y oportuno aliento vital en su resignado espacio vacío, creado por el paso del tiempo, la suma de recuerdos, la consecuente ausencia de sus antepasados y de la mujer que le acompañó en vida, Antonia, musa de este poemario.
Pero volvamos al principio.
Su infancia en familia fue compartida con once de sus hermanos y hermanas, su madre y su padre, jornaleros. A sus diez años, por unas veinte o treinta veces, fue andando por trochas y vaguadas a la escuela, hasta que estalló la Guerra Civil. En la guerra durmió en la cueva del Malnombre y sufrió los padecimientos de las gentes de aquel período, que veían como las luchas fraticidas, las envidias y los rencores, eran aprovechados para hacer injusticias y dejar familias añorando seres queridos.
A los veinticuatro años acabó el servicio militar y, con la llegada del agosto, Lorenzo fue contratado para las tareas agrícolas como ayudante de mozo en la propiedad Huerta Cabello de Villanueva del Rosario, donde vivía Antonía Fernandez Sillero, casada con Paco, un hombre bueno que estaba enfermo del corazón y que fallecería unos meses después.
Al año siguiente volvió nuevamente al mismo trabajo, esta vez como mozo, y pudieron aflorar unos sentimientos que, al modo de decir de Lorenzo, se diría que le llegó “eso que entra y si hay alguien que lo sepa explicar que lo explique”. Y así, pasado un tiempo, Lorenzo se acercó a la casa de Antonia que se encontraba acompañada de la “mandaera” y le ofreció su amor, a lo que ella contestó que sí, que se quedara. Y desde entonces, más de cincuenta años, han estado unidos y compartiendo sus vidas.
Lorenzo siempre ha sido poeta, creando y memorizando poemas que, ahora que está sin Antonia, en compañía de unos amigos recitó para ser grabados y posteriormente editados.
Este es el primer poema de la publicación.
El tiempo pasa
El tiempo pasa que vuela
aunque tú no tengas prisa;
de aquello que fue candela
ya sólo quedan cenizas.
El tiempo es como un niño,
que está lleno de ilusión;
a veces es un mendigo,
sin albergue y sin amor.
Yo soy amigo del tiempo,
de este tiempo transcurrido
y de aquel que no ha llegado,
sin haberlo conocido.
Yo soy amigo del tiempo,
él me escucha atentamente,
le cuento todas mis cosas,
aunque él no me dice nada
mientras le beso la frente.
Yo soy amigo del tiempo
porque siempre está a mi vera,
en invierno y en otoño,
en verano y primavera.
El tiempo ya ha pasado,
atrás queda en la memoria
como un sueño lejano
y ahora bebo de la fuente
de aquel arroyo salado.
Recuerdos y más recuerdos,
grabados en mi memoria,
cada día les doy vueltas
como el agua da a la noria.
Y aunque yo quiera volver
atrás con el pensamiento,
por muchas voces que pego,
la puerta ya está cerrada
y no me escucha su dueño.
El camino ya está andado
solo me falta llegar
y si me he equivocado
no puedo rectificar.
El Camino ya está andado,
es la meta de la vida,
y tu siempre has de perder
ella siempre ha de ganar
con las cartas boca arriba
Y así han pasado los dias
y así han pasado los años
y con las manos vacias,
a esa meta de la vida
solo traigo desengaños.
Pero cuando llegue el día
en que estos ojos se cierren,
benditos, benditos sean,
para siempre,para siempre.
Pues aunque tú no lo creas,
te pillará descuidado;
no beberas de la fuente
ni pasará por tu mente
agua de arroyo salado.
Lorenzo MOLINA GUTIERREZ
El pasado dia 20 de febrero estuve con él. Estaba sentado en una piedra al sol, junto a la puerta de su cortijo. Su semblante era animado y se mostraba contento, el día anterior había visto llegar la primera golondrina de la temporada. Ahora, dijo, son sus compañeras, adornan las vigas del patio con un buen número de nidos y alegran la vista con su vuelo acrobático.
Estuvimos hablando un buen rato. Me mostró alguno de los cuadros que había pintado y repasó alguno de sus recuerdos, me impregnó de su mágica vara para entender su forma de ver la naturaleza y me recitó dos poemas que no había publicado y no conocía “naide”. Uno de ellos para Antonio Gala, escritor que guarda entre sus libros este pequeño poemario lleno de belleza, y otro acerca de las ensoñaciones de un poeta dormido a la rivera de un riachuelo. Fue un momento maravilloso.
Tuve que despedirme, las labores me obligaban a salir dirección Málaga. Me acompañó hasta la puerta, mostrándome antes su colección de piedras y flores de montaña que atesora en el jardín.
Y me viene a la memoria esa maravillosa y tierna película de Michael Radford, donde se desarrolla la vida del escritor chileno Pablo Neruda, en su destierro. Especialmente el momento en que le contestaba el cartero (Massimo Troisi) a las críticas que le hacía Pablo Neruda (Philipe Noiret) por el uso que hacía de sus metáforas y poemas, diciendo:
“la poesía no es de quién la escribe, es de quien la necesita”.
Datos del libro:
Nombre: “Quise contarte”.
Autor: Lorenzo MOLINA GUTIÉRREZ
Colección Viento Solano
Edita. Ateneo de Málaga
A.O.S.
P.S. Gran parte de la información sobre él y su historia de poesía y amor, la he encontrado en la publicación “Quise contarte”, y lo he tamizado a mi manera. "La Cañada del Sacristán"
El tiempo pasa
El tiempo pasa que vuela
aunque tú no tengas prisa;
de aquello que fue candela
ya sólo quedan cenizas.
El tiempo es como un niño,
que está lleno de ilusión;
a veces es un mendigo,
sin albergue y sin amor.
Yo soy amigo del tiempo,
de este tiempo transcurrido
y de aquel que no ha llegado,
sin haberlo conocido.
Yo soy amigo del tiempo,
él me escucha atentamente,
le cuento todas mis cosas,
aunque él no me dice nada
mientras le beso la frente.
Yo soy amigo del tiempo
porque siempre está a mi vera,
en invierno y en otoño,
en verano y primavera.
El tiempo ya ha pasado,
atrás queda en la memoria
como un sueño lejano
y ahora bebo de la fuente
de aquel arroyo salado.
Recuerdos y más recuerdos,
grabados en mi memoria,
cada día les doy vueltas
como el agua da a la noria.
Y aunque yo quiera volver
atrás con el pensamiento,
por muchas voces que pego,
la puerta ya está cerrada
y no me escucha su dueño.
El camino ya está andado
solo me falta llegar
y si me he equivocado
no puedo rectificar.
El Camino ya está andado,
es la meta de la vida,
y tu siempre has de perder
ella siempre ha de ganar
con las cartas boca arriba
Y así han pasado los dias
y así han pasado los años
y con las manos vacias,
a esa meta de la vida
solo traigo desengaños.
Pero cuando llegue el día
en que estos ojos se cierren,
benditos, benditos sean,
para siempre,para siempre.
Pues aunque tú no lo creas,
te pillará descuidado;
no beberas de la fuente
ni pasará por tu mente
agua de arroyo salado.
Lorenzo MOLINA GUTIERREZ
El pasado dia 20 de febrero estuve con él. Estaba sentado en una piedra al sol, junto a la puerta de su cortijo. Su semblante era animado y se mostraba contento, el día anterior había visto llegar la primera golondrina de la temporada. Ahora, dijo, son sus compañeras, adornan las vigas del patio con un buen número de nidos y alegran la vista con su vuelo acrobático.
Estuvimos hablando un buen rato. Me mostró alguno de los cuadros que había pintado y repasó alguno de sus recuerdos, me impregnó de su mágica vara para entender su forma de ver la naturaleza y me recitó dos poemas que no había publicado y no conocía “naide”. Uno de ellos para Antonio Gala, escritor que guarda entre sus libros este pequeño poemario lleno de belleza, y otro acerca de las ensoñaciones de un poeta dormido a la rivera de un riachuelo. Fue un momento maravilloso.
Tuve que despedirme, las labores me obligaban a salir dirección Málaga. Me acompañó hasta la puerta, mostrándome antes su colección de piedras y flores de montaña que atesora en el jardín.
Y me viene a la memoria esa maravillosa y tierna película de Michael Radford, donde se desarrolla la vida del escritor chileno Pablo Neruda, en su destierro. Especialmente el momento en que le contestaba el cartero (Massimo Troisi) a las críticas que le hacía Pablo Neruda (Philipe Noiret) por el uso que hacía de sus metáforas y poemas, diciendo:
“la poesía no es de quién la escribe, es de quien la necesita”.
Datos del libro:
Nombre: “Quise contarte”.
Autor: Lorenzo MOLINA GUTIÉRREZ
Colección Viento Solano
Edita. Ateneo de Málaga
A.O.S.
P.S. Gran parte de la información sobre él y su historia de poesía y amor, la he encontrado en la publicación “Quise contarte”, y lo he tamizado a mi manera. "La Cañada del Sacristán"
Te voy a dar las gracias, como se las dí en su día a Ricardo, por sacar a la luz cibernética la poesia y vida de este hombre, con tanta amistad y ternura. Su libro me dejó mella y vuestros comentarios también.
ResponderEliminarIsabel
Gracias por tu comentario. Un cordial saludo.
EliminarGracias por descubrirme a este gran poeta. No había leído nada de él pero me ha conmovido y emocionado. Intentare localizar el libro "Quise contarte" para introducirme en sus páginas.
ResponderEliminarGracias Antonio Molina Gutiérrez por existir.