Que un humilde camino de servicio tenga honores reales y figure como un destino turístico a nivel mundial es, a primera vista, sencillamente curioso.
Siguiendo el hilo conductor de la historia de este hermoso camino, decidimos estar el equipo de la Cañada del Sacristán en la presentación de su recuperación. Fue el mes de marzo en la Diputación de Málaga, donde los alpinistas, ingenieros y políticos que intervinieron en este trabajo hicieron una presentación de altura.
El 6 de mayo tuve el privilegio de disfrutarlo en primera persona en compañía del grupo Birding Málaga. Por eso, voy a compartir mi experiencia con todo aquel que quiera leer este blog.
Es imprescindible conocer la historia de tan pintoresco lugar, entre elevaciones montañosas de un espectacular valor geomorfológico, ambiental y paisajístico, para disfrutar plenamente de este recorrido. Solo así se comienza a entender como el “Caminito del Rey”, que recorre de manera casi imposible el paraje natural del Desfiladero de los Gaitanes, sea reconocido por publicaciones internacionales como “Lonely Planet”, como uno de los caminos imprescindibles en la mochila del viajero.
Fue construido a principios del siglo XX para unir de forma rápida los extremos de un novedoso salto eléctrico, y todo ello ideado por un visionario ingeniero andaluz, a la postre Conde de Guadalhorce, y de nombre Rafael Benjumea Burín.
En una época donde se gestaba una nueva estrategia política y social para independizar nuestra economía del capital extranjero, y con el ánimo de dinamizar industrialmente y modernizar nuestro panorama energético, se propuso sacar adelante un proyecto de una gran central hidroeléctrica contando sólo con capital nacional.
La importancia de esta obra fue tal, que permitió el suministro de electricidad a la ciudad de Málaga y, años después, a su afamada Costa del Sol. Entonces sus importantes beneficios permitieron comprar los tranvías de Málaga, de propiedad belga, y financiar la gran presa del Guadalhorce, con lo que el regadío se extendió a numerosos territorios de la comarca. Toda esta actividad repercutió profundamente en la calidad de vida de las gentes del lugar, y fue intensamente transitado de día y de noche, pues en sus orígenes estaba también iluminado.
Algo más de un siglo después, el trabajo de restauración lo ha vuelto a poner en valor, trayendo a nuestra memoria lo que fue, y a nuestra imaginación lo que podrá ser, pues un ciclón de nuevos proyectos de distintas dimensiones han vuelto a poner este camino en el diario de viaje de los más intrépidos turistas.
Entrando en materia diré que dos son los sentidos para hacer los casi 8 km que tiene el recorrido, pero evidentemente el mas cómodo es el de descenso, que va de Ardales a Alora. Y ése es el que hicimos.
Empezamos cruzando una larga galería de piedra, de baja altura, desde el pantano del Guadalhorce, que nos lleva a la presa del Gaitanejo. Allí, en el primer punto de control, nos hacen entrega del material: un casco y sabios consejos que debemos seguir a lo largo de la ruta. Fuimos acompañados por un guía de excepción, que nos explicó a cada paso los detalles que no podíamos perdernos.
El paisaje es asombroso y de una fuerza singular. Para el curioso en geología, es un viaje en el tiempo con millones de años escritos en piedras, que se curvan y retuercen para hacernos sentir ínfimos ante la fuerza de la naturaleza. Sus aves y plantas, igualmente, no dejan indiferente. Palomas, halcones, águilas y buitres vuelan a nuestro rededor, dando una tercera dimensión al Camino.
Uno de los lugares mas impresionantes, la falla grande. |
En el recorrido se observan un puente de hierro que cruzan los trenes que desaparecen en el interior de la montaña de piedra, otros como el puente acueducto de Ribera, paralelo al nuevo puente colgante, que cruzamos con una vista aérea a nuestros pies, de vértigo. Son igualmente visibles, en numerosos lugares, las rutas de escalada que deportistas abrieron años antes y que encumbraron estos lugares como uno de los mas especiales para los escaladores del mundo entero.
La espectacularidad del recorrido se abre a cada paso, pero andar sobre pasarelas sobre el vacío, con 100 metros de caída a nuestros pies puede poner a más de uno nervioso, especialmente cuando se llega a la terraza de cristal. Por ello ser precavidos y educados con el paseante que se cruza es obligado.
La llegada a la estación de El Chorro y los espacios que le rodean es el momento para sentir nuevamente los pies en el suelo y soñar, repitiendo con la imaginación el recorrido que hemos dejado atrás y que, sin duda, volveré a realizar.
No olvidéis que hay un servicio de autobuses que vuelve a llevarnos al lugar del comienzo. En las cercanías se ubica otros de los lugares históricos más interesantes de la provincia, las ruinas de Bobastro. Pero esa es otra historia.
Espero que las fotografías sirvan para reflejar la espectacularidad del recorrido.
PS. : Debemos recordar que es una actividad de riesgo, por lo que hay que estar alerta con todos los sentidos.
Regularmente se cierra el paso a los viajeros por causa del viento, que al encajonarse en el desfiladero puede soplar con tanta fuerza que impide el paso por el puente colgante, y pone en serio peligro nuestra seguridad.
También quiero aprovechar para agradecer al equipo "Birding Málaga", todos los buenos momentos vividos estos meses eu que he redescubierto la provincia, que llena de contrastes, no dejará de depararnos nuevas sorpresas. "En esos senderos y veredas nos veremos de nuevo".
Os deseo a todos buen camino.
www.canadadelsacristan.com
Antonio Ojeda Sordo
Bibliografía: Ayer y Hoy del Desfiladero de los Gaitanes y El Caminito del Rey.